REXISTROS
PERDURABLES PARA UN TRANSCRIPTOR
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Entre el inabarcable legado de los siglos la memoria cierne lo más amable, lo que permanece plasmado en piedras y documentos, y olvida el esfuerzo y el sufrimiento requeridos para su construcción. Es un sutil palimpsesto construido a lo largo del tiempo, en el que las nuevas capas de escritura no borran completamente las anteriores. El granito gallego, como las nobles piedras duras, es un notario fiel que guarda registros perdurables de nuestra historia, y después de que el peso de centenares de años haya erosionado sus perfiles aparece la mano diestra de un transcriptor que recrea aquellos relieves y a partir de ellos resurgen la vida y el color. Santiago de Compostela, como lugar de culto y devoción, tiene un carácter netamente diferenciado de otros santuarios: aquí no se viene tanto por la salud del cuerpo como por la salvación del alma. El Apóstol confiere a quienes visitan la basílica en su jubileo –esto es, cuando la festividad del 25 de julio cae en domingo– la indulgencia plenaria de sus culpas. Al reclamo de esta gracia, gentes de todos los confines de Europa han convergido en Compostela trayendo consigo, en palabras de Unamuno, «leyendas, relatos, cuentos y cantares, y fueron sus romerías uno de los vehículos de la cultura europea de entonces». El fenómeno del Camino de Santiago tiene su origen allá por el primer cuarto del siglo IX, cuando el eremita Pelagius es testigo de extrañas luces y cánticos que lo llevan hasta un lugar donde descubre un sepulcro. Informa del hallazgo a Teodomiro, obispo de Iria Flavia y éste, tras visitar el lugar del prodigio, declara que aquella tumba contiene los restos del Apóstol Santiago. El rey de Asturias, Alfonso II el Casto, informado a su vez por el obispo, viene en peregrinación a Compostela y dota la fundación de una primera iglesia. La noticia del milagro acontecido en el extremo noroeste de la Península Ibérica llega en un momento precioso para los reinos cristianos, que se veían confinados en unos pocos enclaves norteños por la expansión musulmana. Los monarcas católicos utilizarán la súbita fama del prodigio para iniciar la contraofensiva culta que habrá de oponerse a la culta invasión del Islam. Subrayan expertos como Serafín Moralejo o Fernando López Alsina que el Camino de Santiago fue, por encima de todo, el eje vertebrador del resurgimiento de la vida urbana en el occidente cristiano. Según la leyenda que narra el libro IV del Liber Sancti Jacobi, Codex Calixtinus, fechado en Compostela hacia el año 1160, Santiago se apareció en sueños a Carlomagno en Aquisgrán para exhortarlo a viajar a España siguiendo la Vía Láctea y liberar el sepulcro apostólico del dominio musulmán: «Después de ti todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos». El Códice enumera, en efecto, una verdadera nómina de los pueblos conocidos, llegados hasta el remoto confín galaico para visitar el santuario apostólico: «A este lugar vienen los pueblos bárbaros y los que habitan en todos los climas del orbe [...] gentes innumerables de todas las lenguas, tribus y naciones vienen junto a él en caravana y falanges, cumpliendo sus votos en acción de gracias para con el Señor y llevando el premio de las alabanzas». En 1101 es consagrado obispo Diego Gelmírez, el indiscutible artífice de la gloria de Compostela, tal como narra la Historia Compostelana, encargada por el mismo prelado como crónica áurea de su episcopado. Llamado por él llega el maestro Mateo, el artífice de esa obra incomparable del románico que es el Pórtico de la Gloria. La inscripción que figura en el dintel data su finalización en una fecha que corresponde al año 1188 de nuestro calendario, siendo obispo Pedro Suárez de Deza. Nunca arquitectura y escultura alcanzaron un equilibrio tan perfecto de firmeza y levedad, de potencia y belleza como en esta portentosa Biblia en piedra. Su desarrollo sigue el esquema de un tríptico: el cuerpo central está dividido por un parteluz sobre el cual la efigie sedente de Santiago preside el ingreso a su basílica. En el tímpano está Cristo resucitado en majestad, rodeado por los evangelistas y toda la corte celestial, coronado por una espléndida arquivolta donde se despliegan los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. En el arco de la derecha se narra el juicio final, donde los elegidos pasan hacia la gloria representada en la parte central y los réprobos son arrojados al infierno; en el arco de la izquierda, la condena de los que, no conociendo la Palabra de Dios, penan eternamente privados de la esperanza de la redención. Las columnas que sustentan el conjunto están labradas con maravillosas imágenes de apóstoles y profetas... De la espléndida policromía que debió realzar este paraíso en piedra, según las antiguas descripciones, hoy apenas quedan trazas. Pero he aquí que la imaginación creadora de Alfredo Erias rescata lo que la agresión del tiempo y nuestra incuria dejó perder y completa las efigies, las ilumina y enriquece los rasgos de su personalidad para presentarnos esta "Xente no Camiño", el mosaico humano que trazó con sus pasos los caminos de Santiago: clérigos, damas y caballeros coetáneos de aquellos "monjes que oran en Mostar de Croacia en claustros con árboles que dan a la vez pájaros y limones ... mercaderes de Tilsit y de Londres, ilustres viudas de Maguncia y de Tolosa, sastres de Toul, príncipes de Aquitania..." de que nos hablaba el maestro Álvaro Cunqueiro. |
Entre les legs qui embrassent les siècles de la mémoire cerne le plus aimable, ce qui reste noté dans les pierres et dans les documents, et il oublie l’effort et la souffrance requise pour sa construction. C’est un subtil palimpseste construit tout au long du temps, où les nouvelles couches d’écriture n’effacent pas complètement les antérieures. Le granit galicien, comme les nobles pierres dures, c’est un notaire fidèle qui garde des enregistrements notés dans notre histoire, et après que le poids de centaines d’années ait érodé ses profils après que la main adroite de celui qui transcrit et qui récrée ces reliefs et à partir d’eux resurgit la vie et la couleur. Saint-Jacques-de-Compostelle, comme endroit de culte et de dévotion, a un caractère nettement différencie des autres sanctuaires: ici on ne vient pas autant par la santé du corps comme pour sauver l’âme. L’apôtre confère à ceux qui visitent la basilique dans son jubilée –cela c’est, quand la festivité du 25 juillet est un dimanche- l’indulgence plénière de ses fautes. En demandant cette grâce, des gens de tous les confins d’Europe ont convergé à Compostelle en menant avec soi, en paroles d’Unamuno, «légendes, récit, contes et courts poèmes chantés, et aussi ses fêtes populaires l’un des véhicules de la culture européenne d’alors». Le phénomène du chemin de Saint-Jacques a son origine vers le premier quart du IXème siècle, quand l’ermite Pelagius est témoin d’étranges lumières et des cantiques qui l’emmènent jusqu’à un endroit où il découvre un sépulcre. Il fait savoir de sa trouvaille à Teodomiro, l’évêque de Iria Flavia et celui-ci, après avoir visiter le lieu du prodige, déclare que ce tombeau a des restes de l’Apôtre Saint-Jacques. Le roi d’Asturias, Alfonso II le Chaste, informé lui aussi par l’évêque, vient en pèlerinage à Compostelle et dote la fondation d’une première église. La nouvelle du miracle de ce qui est arrivé à l’extrême nord-ouest de la Péninsule Ibérique arrive à un moment précieux pour les royaumes chrétiens, qui se voyaient confinés dans un peu d’enclaves du Nord par l’expansion musulmane. Les monarques catholiques utiliseront la soudaine renommée du prodige pour commencer la contre-offensive cultivée qui devra s’opposer à la savante invasion de l’Islam. Des experts comme Serafin Moralejo ou Fernando López Alsina soulignent que le Chemin de Saint-Jacques a été, par dessus tout, l’axe vertébré de la renaissance de la vie urbaine dans l’occident chrétien. Selon la légende que raconte le livre IV du Liber Sancti Jacobi, Codex Calixtinus, daté à Compostelle vers l’année 1160, Saint-Jacques lui est apparut en rêve à Charlemagne à Aquisgran pour l’exhorter à voyager en Espagne en suivant la Voie Lactique et libérer le sépulcre apostolique du domaine musulman : «Après toi tous les peuples iront en pèlerinage jusqu’à la consommation des siècles». Le Codex énumère, en effet, une véritable liste des peuples connus, arrivés jusqu’aux lointains confins galiciens pour visiter le sanctuaire apostolique: «A cet endroit arrivent les villages barbares et ceux qui habitent dans tous les climats de l’orbe [...] des personnes innombrables des toutes les langues, tribus et nations viennent près de lui en caravane et en phalanges, en accomplissant ses voeux en remerciement le Seigneur et en menant le prix des éloges». En 1101 l’évêque Diego Gelmírez a été consacré, l’indiscutable auteur de la gloire de Compostelle, selon raconte l’Historia Compostelana, commandé par le prélat-même comme chronique d’or de son épiscopal. Appelé par lui arrive le maître Mateo, l’auteur de cette oeuvre incomparable du roman que c’est le Porche de la Gloire. L’inscription que figure dans le linteau date son achèvement dans un année qui correspond à 1188 de notre calendrier, en étant évêque Pedro Suárez de Deza. Jamais architecture et sculpture ont atteint un équilibre aussi parfait de fermeté et légèreté, de puissance et beauté comme dans cette prodigieuse Bible en pierre. Son déroulement continue le schéma d’un triptyque: le corps central est divisé para un meneau sur lequel la effigie assise de Saint-Jacques préside l’entrée à sa basilique. Dans le tympan Christ est ressuscité en majesté, entouré par les évangélistes et par le ciel, couronné par une splendide archivolte d’où se déplient les vingt-quatre anciens de l’Apocalypse. Dans l’arc de droite se narre le jugement dernier, où les choisis passent vers la gloire représentée dans la partie centrale et les réprouvés sont lancés à l’enfer; dans l’arc de gauche, la condamnation de ceux que, ne connaissant pas la Parole de Dieu, peinent éternellement privés de l’espérance de la rédemption. Les colonnes qui soutiennent l’ensemble sont travaillées avec des merveilleuses images des apôtres et des prophètes... De la splendide polychromie qui a du rehausser ce paradis en pierre, selon les anciennes descriptions, aujourd’hui à peine il y a des restes. Mais voici que l’imagination d’Alfredo Erias sauve de l’oublie ce que l’agression du temps et nôtre incurie a laissé perdre et complète les effigies, il les illumine et enrichie les traits de sa personnalité pour nous présenter ces Gens dans le Chemin («Xente no Camiño»), le mosaïque humain qu’il a tracé avec ses pas dans les chemins de Saint-Jacques: des clercs, des dames et des chevaliers contemporains de ces «moines qui prient à Mostar de Croatie dans des cloître avec des arbres qui donnent à la fois des oiseaux et des citrons... des marchands de Tilsit et de Londres, des illustres veuves de Mayence et de Toulouse, des tailleurs de Toul, des princes d’Aquitaine...» de qui nous parle le maître Álvaro Cunqueiro. |
Amongst the vast legacy of the centuries, the memory concentrates on the stones and documents, and forgets the effort and suffering required for their construction. It is a subtle palimpsest built throughout time, in which the new layers of writing do not completely erase the earlier ones. Galician granite, like noble hard stones, is a faithful notary that guards lasting records of our history and after the weight of hundreds of years may have eroded its outlines, along comes the skilful hand of a transcriptor who re-creates those reliefs and life and colour reappear. Santiago de Compostela, as a place of worship and devotion, has a character clearly differing from other sanctuaries: people do not come here for the health of the body, but for the salvation of the soul. The Apostle confers to those who visit the basilica in his holy years – that is when the 25th July falls on a Sunday – the plenary indulgence of their sins. With the inducement of this favour, people from all corners of Europe converged on Compostela, bringing with them, in the words of Unamuno "legends, reports, tales and songs, and their pilgrimages were one of the vehicles for spreading the European culture of those days" The phenomenon of the Way of St. James has its origins in the first quarter of the ninth century, when the hermit Pelagius witnesses strange lights and canticles which lead him to a place where he discovers a sarcophagus. He reports the finding to Teodomiro, Bishop of Iria Flavia, who, after visiting the marvel, declares that the tomb contains the remains of the Apostle Santiago. The King of Asturias, Alfonso II, the Chaste, informed in turn by the bishop, made a pilgrimage to Compostela and gifted the foundations of the first church. The news of the miraculous happening in the far northwest of the Iberian Peninsular came at a wonderful moment for the Christian Kingdoms, which had been confined to a few northern enclaves by the Muslim expansion. The catholic monarchs used the sudden fame of the marvel to begin the religious counter-offensive against the religious invasion of Islam. Experts such as Serafin Moralejo or Fernando Lopez Alsina emphasize that the Way of St. James was, above all, the supporting axis for the resurgence of urban life in the Christian west. According to the legend narrated in the fourth book of the Liber Sancti Jacobi. Codex Calixtinus, dated in Compostela around 1160, Santiago appeared in dreams to Charlemagne in Aachen exhorting him to visit Spain, following the Milky Way and to liberate the apostolic tomb from Muslim dominion. "After you, all people will go in pilgrimage until the end of time". The Codex lists, in fact, an extensive list of known peoples, stretching to the remote Galician border, in order to visit the apostolic sanctuary. "To this place will come the barbaric peoples and those who live in all climates of the world (…) countless people of all languages, tribes and nations, coming to him in countless streams and in groups, fulfilling their pledges in acts of thanksgiving to the Lord, and receiving blessings" In 1101 Diego Gelmirez was consecrated as Bishop, the indisputable architect of the glory of Compostela as told in the Historia Compostelana, commissioned by the prelate himself as the golden chronicle of his episcopacy. At his summons, the master Mateo arrived, the craftsman of the incomparable Romanesque work that is the Portico de la Gloria. The inscription that figures on the lintel dates the completion on a date that corresponds with the year 1188 of our calendar, the bishop at that time being Pedro Suárez de Deza. Never has architecture and sculpture reached such a perfect harmony of solidity and lightness, of power and beauty as in this extraordinary Bible in stone. Its development follows the scheme of a triptych: the central body is divided by a mullion where the seated effigy of Santiago presides over the entry to his basilica. On the tympanum is the risen Christ, surrounded by the evangelists and all the celestial court, crowned by a splendid archivolt displaying the twenty-four Elders of the Apocalypse. The right-hand arch portrays the Last Judgement, where the chosen ones pass to heaven represented in the central part, and the damned are cast into hell; on the left-hand arch, the sentence of those who, not knowing the Word of God, suffer eternally deprived of the hope of redemption. The columns supporting the whole are worked with marvellous images of apostles and prophets… Today hardly a trace remains of the splendid colouring which must have enhanced this paradise in stone, according to the ancient descriptions. But it is here that the creative imagination of Alfredo Erias rescues that which the assaults of time and our negligence has caused us to lose, and completes the effigies, illuminates and enriches the traces of their personalities, to present us with this "Xente do Camiño", the human mosaic that traces with its steps the ways of Santiago: clerics, ladies and knights contemporary with those "monks who pray in Mostar in Croatcia in cloisters with trees filled both with birds and lemons… merchants from Tilsit and from London, famous widows from Mainz and Toulouse, tailors from Toul, princes from Aquitaine…" as told by the master Alvaro Cunqueiro.
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